El último fin de semana de Julio de 2013 volvemos a Oseja de Sajambre. Parece más un día de Primavera que de verano.
Ribota se esconde entre los verdes intensos de este verano, aún por llegar para algunos y la omnipresente Pica Ten al fondo.
Mientras tanto, Oseja de Sajambre se despereza ante un nuevo día y la noticia que el centro de recepción de visitantes de La Fonsella tendrá que esperar por la crisis.
No tendremos centro de recepción de visitantes pero tenemos el Macizo Occidental de Picos y ese, los políticos de turno, no nos lo podrán quitar. Definiremos político como aquel que busca algo para si mismo y no para toda la comunidad que jura defender en las campañas electorales y a la que abandona inmediatamente después.
Subimos de Oseja por Cuarriegos y Los Monasterios hasta La Boa de Neón.
Llegando a la cumbre vemos la majada de Vegabaño y en primer plano Llareya con Cebolleda al fondo cubierta por la masa boscosa.
En el buzón de cumbres, a 1913 metros, un mensaje de una abuela que subió a rastras a su nieta hasta aquí arriba, días antes.
Desde Oseja de Sajambre , ida y vuelta son 19,57 Km, 1.641 metros de ascenso y 1.664 metros de bajada. Y un total de cinco horas y media de caminata. Al menos eso marca el GPS.
Las ovejas de Chucho buscan los brotes más verdes mientras los perros pasan olímpicamente de mi, no me ven como una amenaza.
Casi se hace más pesado bajar que subir y encima hace calor, así que me toca beber en el bebedero de Llaveño.
Mientras tanto las nubes amenazan La Horcada de Llaveño.
Llegamos a Las Sienras desde donde contemplamos Oseja de Sajambre a primera hora de la tarde.
Llegamos al núcleo urbano de Oseja de Sajambre ya con ganas de tomar algo.
Esta tierra es para mi la más sorprendente y cambiante de Los Picos de Europa. Pero también la más desconocida.
Arriba tenemos La Fonsella cubierta por la hiedra. Este iba a ser el centro de recepción de visitantes de Oseja de Sajambre. Pero de momento va a ser que no. Valladolid queda muy lejos de Oseja, hay poca gente y pocos votantes potenciales. Aquí nadie hace nada por sacar adelante este pueblo singular y con una naturaleza envidiable.
Los caminos están medio perdidos, llenos de maleza, las sendas sin señalizar, no como en otras zonas de Picos. Los ganaderos en vías de extinción, apenas quedan unos pocos. La gente ha tenido que marchar, no tiene futuro aquí. El pueblo tiene algo de vida apenas 15 días en Agosto, el resto del año sus calles están muertas. La gente se va haciendo vieja y los descendientes, a medida que van faltando sus mayores, dejan de venir habitualmente como antes. Es un triste destino pero creo que va a ser el mismo que el del edificio de La Fonsella donde hipotéticamente se prometió construir un centro de recepción de visitantes. La mayoría de los empadronados lo están para poder cazar en las cuadrillas de locales.
En su día el Parque dio subvenciones para casas rurales y reparación de casas particulares, pero existe un problema, se aprovecharon dichas subvenciones pero no dieron lugar a una economía verdaderamente productiva. Los visitantes no vienen en el número que sería deseable por falta de una política de comunicación adecuada. Y quizá también por carecer de las infraestructuras necesarias.
Yo quiero esta tierra porque conozco muchos de sus rincones, quizá mejor que muchos sajambriegos, aunque a veces me equivoque con los nombres. Me gusta el color, la soledad infinita de sus hayedos, una fauna salvaje que te sorprende en cualquier momento. Y sobre todo la luz , que me lleva a tener miles y miles de fotos de esta tierra. Muchas de ellas repetidas pero nunca iguales.
No me gustaría que estos pueblos acabaran como Tolivia. Dentro de unos años hablamos.
